Junio de 2005 - Año no. 3 - Edición no. 14

 

 

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FILOSOFÍA

 

El Utilitarismo, una incoherencia a medias

 

Sevastian Domínguez Jiménez
Estudiante de Filosofía -Universidad del Valle. Colombia.

Si pensamos al utilitarismo solo como la doctrina que guía a encontrar el verdadero beneficio que trae, para cada individuo, una cierta acción determinada, nos encontraríamos frente a una posición de una moral relativista; más esta es la posición correcta que se debe tomar pues no hay algo que verdaderamente satisfaga a un grupo de seres. Es pues, según mi parecer, y tomando como base de confirmación la historia misma, y la realidad, viéndosele de una manera objetiva, imposible hablar sobre nociones de una moral unánime, y de bien igual para todos.

El utilitarismo como posición ética tiene como fundamento el axioma formulado por Jeremías Bentham que dice: “la máxima felicidad posible para el mayor número posible de personas”. Este carácter altruista es su mayor ataque contra toda ética anterior a la suya, ya que apoya en una noción de bien para todos, contrario al individualismo antecesor. Es esto el principio de un estado, en otras palabras lo que se propone Bentham es establecer el punto idóneo del gobierno de las personas, un ideal.

La felicidad en el utilitarismo es el placer y como la felicidad es la medida de lo bueno su búsqueda es un verdadero valor moral, convirtiéndose en el fin específico para el cual el hombre existe. De esta manera un hombre moralmente bueno es aquel que busca el placer y huye del dolor. Las acciones buenas son aquellas que proporcionan el mayor placer y/o evitan el mayor dolor, al mayor número de personas. Lo anterior es, de forma sintética, la estructura de la ética utilitarista. Si ponemos en consideración lo que se trata de sustentar en esta corriente podemos darnos cuenta con facilidad que para que esto funcionara abría que volver el mundo una esfera muy pequeña, ya que aquello que se considera de manera general es tan reducido como para una enumeración de pocas palabras: un ejemplo de esto sería que a todos nos disgusta que nos roben, o que acaben con nuestras vidas, y hasta esto tendría sus excepciones. Así pues el sistema de Bentham sería para un grupo bastante pequeño de personas y para aplicarse a solo a partes muy limitadas de su comportamiento. Para hacer del utilitarismo un verdadero camino que buscara el bien de todos, Bentham se apoyó en la teoría de la simpatía, con la cual decía que los hombres buscan su beneficio pero no intentan dañar a los demás. En otras palabras dice que el hombre no es un ser egoísta, eliminando la ambición o por lo menos elaborando formas de restricción de esta clase de comportamientos. Para mostrar la falla de esta teoría voy a mostrar un ejemplo: una buena ilustración de utilitarismo “aplicado” es el estado, el gobierno, claro en teoría nada más. Si fuera propio del hombre del sentir simpatía por los demás, dejando de lado sus ambiciones y su propia apreciación de utilidad, no abrían países subdesarrollados, ni hambre, ni sobre explotación, etc. Es propio del hombre la ambición y las ansias de superioridad, el fuerte sobre el débil, como viles bestias en una selva llena de edificios. Pero esto no es necesariamente malo porque es lo natural, y aquello que va en contra de la naturaleza va en contra de lo moral, según los mismos principios del utilitarismo. Es pues el sobresalir entre los demás, y el tener el poder; aquel mayor placer que, sino todos, sí la mayoría busca. Y es esta búsqueda la que lleva a la felicidad aunque sea solo de los mas capaces, pues solo a estos les es lícito ser felices.

Lo bueno es lo útil, no hay cosa mas cierta, y si es útil para el ser que delibera es suficiente razón para que lo haga, ya que el hacer esto le traerá un beneficio. Cualquier consideración sobre el prójimo es adicional a la consideración de lo que debo hacer y generalmente esta dada por algún prejuicio de una moral religiosa o social, ambas instituciones corrompidas también por sus mismos deseos diferentes a lo que predican. Esta es la oscura verdad que se trata de ocultar y de abolir al mismo tiempo, mas es la realidad y nada podemos contra ella pues es nuestra voluntad la que lo quiere así y ella solo en pocos está dormida. No hay ética verdadera ni moral unánime, cada quien crea sus reglas, cada quien adora un dios diferente: para unos es tirano, para otros es amable, para otros no existe alguno, y para otros existen muchos. La mayoría del mundo vive bajo un régimen que indica que lo que me beneficia es lo bueno, aunque hay veces que se engañe y actúe de forma incorrecta (respecto a su forma de pensar). Solo algunos, los débiles y cobardes, son los que luchan por la igualdad, por la felicidad para todos, por un beneficio lleno de equidad; pero esto solo lo hacen porque son ellos los que sufren. Si fuera en caso contrario seguro no habría protesta alguna. Es todo esto la comedia social que se vive, el que tiene goza y se perpetúa, y el que no, reclama. Pero si el que tiene deja de tener y el que reclama consigue, entonces se invierten los papeles.

Cabe decir que entre los seis mil millones de personas que hay en el planeta debe de existir al menos una persona que tenga el cerebro totalmente lavado por todas las consideraciones de la moral de esclavos, o sea la religiosa o social, que en muchos casos son la misma; que piensa en los otros antes que en él. Pero esto es lo mas barbarico y antinatural, pues atenta contra todo principio de auto conservación y demás.

 

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Actualizado el: 26 de noviembre de 2005

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