Junio de 2005 - Año no. 3 - Edición no. 14

 

 

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CIUDAD OCULTA

 

BARRANQUILLA. UN CASO DE BAJA AUTOESTIMA.

 

Carlo Vinicio Caballero Uribe

Médico Internista-Reumatólogo. Profesor Universidad del Norte. Colombia.

 

Hoy en día es común oír hablar de la baja autoestima como un rasgo de la personalidad que se puede adquirir desde niño y que debemos evitar mediante el refuerzo de las actitudes positivas ante de la vida. Ahora, ¿qué puede pasar cuando una colectividad está sometida casi permanentemente al reforzamiento del negativo? ¿Puede generarse un sentimiento colectivo de baja autoestima? Yo creo que sí. Como recientemente hubo un compromiso matrimonial con Barranquilla, tenemos que saber que esta novia y ahora esposa, sufre de baja autoestima ocasionada por el maltrato permanente del cónyuge representado en muchos de nosotros.
 

Según nuestra fuente1 la autoestima se puede definir como un sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quienes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. La autoestima es importante porque es nuestra manera de percibirnos y valorarnos así como también moldea nuestras vidas. Una persona que no tiene confianza en sí misma, ni en sus propias posibilidades, puede que lo sea por experiencias que así se lo han hecho sentir o por mensajes de confirmación o desconfirmación que son trasmitidos por personas importantes en la vida de ésta, que la alientan o la denigran. Estos sentimientos pueden asumir muchas formas: odiarnos a nosotros mismos, ataques de ansiedad, repentinos cambios de humor, culpas, reacciones exageradas, hipersensibilidad, encontrar el lado negativo en situaciones positivas o sentirse impotentes y autodestructivos.
 

Otra de las causas por las cuales las personas llegan a desvalorizarse, es por la comparación con los demás, destacando de éstos las virtudes en las que son superiores, por ejemplo: sienten que no llegan a los rendimientos que otros alcanzan; creen que su existencia no tiene una finalidad, un sentido y se sienten incapaces de otorgárselo; sus seres significativos los descalifican y la existencia se reduce a la de un ser casi sin ser. No llegan a comprender que todas las personas son diferentes, únicas e irrepetibles, por lo que se consideran menos que los demás.
 

Es cierto que en la ciudad se respira un ambiente de preocupación por ella, un gran deseo de recuperación de ese gran pasado de la ciudad y de veeduría permanente hacia lo bien o mal hecho según dictaminan las fuerzas vivas de la ciudad.
 

Tal vez sea posible que aún realizando adecuadamente el diagnóstico estemos aplicando mal el remedio. Cuántos titulares o editoriales de los periódicos reflejan nuestro lado positivo y cuando lo hacen; cuántos son en número comparados con lo que repiten una y otra vez todo lo malo que tenemos como ciudad.
 

Los noticieros en su nota cívica resaltan lo negativo, pero jamás ponen un ejemplo de alguien haciendo las cosas bien. Todo lo que se realiza es objeto del implacable “peroismo”. Mencione algo positivo en una reunión y luego cuente cuantos “peros” genera esa opinión, esa propuesta.
 

Los ejemplos serían múltiples, pero es mejor que cada quién saque sus conclusiones.
No es posible desarrollarse bien como comunidad si todo el tiempo se resalta exclusivamente lo negativo. No es posible desarrollar una alta autoestima adecuada a nuestros tiempos si la comparación con la ciudad de los abuelos está basada solo en recuerdos románticos y no en la situación histórica de cada periodo.

A pesar de que a fuerza de comentarios negativos tenemos “acoquinada” a la novia y ahora recién casada ella siempre resuelve darnos muestra de su afecto y amor permitiendo que muchos de nosotros, yo diría la gran mayoría, en grupos pequeños y/o a título individual seamos triunfadores en la vida. “Yo quiero a Barranquilla y habló bien de ella” debería ser un lema de combate.
 

No se trata de tapar lo malo, hay que seguir denunciando lo indebido. Mientras no mejoremos la autoestima como grupo, lo que requiere un equilibrio entre críticas y alabanzas, la Ciudad no alcanzará como le sucede al niño regañado y disminuido con todo tipo de comentarios negativos, el mejor rendimiento escolar o en la vida.
 

No es sorprendente entonces que muchos de los que llegan de otros lugares a la ciudad tengan mejor concepto de Barranquilla que muchos de nosotros. La novia tiene baja autoestima, si la queremos hay que ayudarla pero con acciones y no solo a punta de “cantaletas”.

 

1. Roche Olivos, Robert. "Psicología y educación para la prosocialidad" Red Federal De Formación Docente Continua Para La República Argentina. Edición 1997 Bs. As.

 

carvica@etb.net.co

 

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     ¿Qué veo desde aquí? (Olga Yaneth Franco; Ed. no. 2; dic-2002)

 

     Los olores de mi tierra (Ángela Jiménez Castaño; Ed. no. 5; jul-2003)

 

     Cuando llegan las lluvias y algo mas (Ángela Jiménez Castaño; Ed. no. 5; jul-2003)

 

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Actualizado el: 26 de noviembre de 2005

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