COMUNISMO: UNA HISTORIA. De Richard Pipes*
Richard M. Ebeling
Vicepresidente de The Future of Freedom Foundation - USA.
Reconocido
como uno de los principales expertos en la historia rusa y soviética,
Pipes escribió con gran prolijidad un repaso conciso pero profundo del
movimiento comunista mundial, con especial énfasis en la experiencia
rusa.
Parece difícil creer que ya han pasado más de diez
años desde el colapso y la desaparición de la Unión Soviética en
diciembre de 1991. Hacía sólo diez años, en 1981, el conservador
francés y crítico social Jean-François Revel publicó por primera vez
su libro "Cómo perecen las democracias", en el cual concluía
que la victoria internacional del comunismo debería ser tomada como una
posibilidad cierta. El fervor ideológico de los marxistas en los países
del tercer mundo y los alcances militares de la Unión Soviética eran
una amenaza global formidable, especialmente en comparación con la
quiebra filosófica y cultural de las naciones occidentales, que parecían
reacios a defender las columnas de la democracia política o de la
economía liberal.
Y antes, en 1967, cuando se festejaba el 50 aniversario de la Revolución
Bolchevique, el corresponsal de The New York Times, Harrison Salisbury
editó una colección de ensayos de periodistas de Times, titulado
"La Unión Soviética: Los 50 años". Salisbury, en su propia
contribución en el libro, destacó: "En cincuenta años, se hizo más
y más aparente que la Revolución Bolchevique ya tiene una mediana
edad, un poco jadeante, inclinándose para sentarse en un cómodo sillón,
prendiendo la TV y mirando un programa." Pero incluso si algo del
fuego revolucionario se había apagado, Salisbury reclamaba: "Es
cierto, hacia 1967 Rusia se había convertido en la segunda potencia
mundial. Es cierto, hacia 1967 tenía el segundo sistema industrial más
grande del mundo. Es cierto, hacia 1967 –finalmente- el estándar de
vida, confort, y tranquilidad en Rusia había comenzado a moverse hacia
los niveles de Europa occidental, en las principales ciudades. En
educación, ar te, ciencia, Rusia demostraba esplendor y
liderazgo."
Y la futura mejora de las personas, decía, dependería "de la
extensión y profundización de relaciones cercanas y mutuamente
beneficiosas entre las grandes potencias comunistas y las grandes
potencias capitalistas del mundo." La Unión Soviética claramente
estaba para quedarse como un líder brillante en varias categorías de
la vida cultural. Moscú y el Occidente sólo necesitaban llevarse mejor
para que pudiera haber un mundo mejor.
Sólo después de que la Unión Soviética pasó "al tacho de
basura de la historia" (para usar la frase de Karl Marx que
anticipaba el final de capitalismo) los verdaderos hechos se dieron a
conocer con respecto a que los logros soviéticos estaban casi todos
fabricados en una nube de estadística y espejos. En lugar de un período
de mejoras de las condiciones materiales de las personas en la Unión
Soviética, la década del 70 y el 80, marcaron un aumento de la
pobreza. También marcan el período del movimiento de disidencia en la
Unión Soviética. El régimen podría encarcelar a personas o
exiliarlos hacia Occidente, pero no podían descartar el reclamo por
libertad y honestidad entre un gran número de lo que en Rusia fue
largamente conocido como la inteligentsia –científicos, profesores,
profesionales, estudiantes y la porción formada de la población que se
tomaban a las ideas y a la verdad seriamente.
A pesar de los éxitos aparentes de los movimientos revolucionarios soviéticos
en Asia, África y Latinoamérica, en casa el sistema se caída
lentamente entre corrupción, privilegios, hambruna, y un aumento
preocupante de la población. La desastrosa guerra de 10 años en
Afganistán, que comenzó en diciembre de 1979, y el apoyo de la población
polaca a la unión comercial
Solidaridad en 1981, marcó el comienzo del fin del imperio soviético.
Pero hay que decir que durante aquellos últimos 20 años de la Unión
Soviética, ¿cuántos realmente podían imaginarse el final total del
sistema, y en tan corto período de tiempo luego que Mihail Gorbachov se
convirtió en el último secretario general del Comité Central del
Partido comunista en 1985? ¿O que terminaría con tan pocas pérdidas
de vidas en esos últimos años como sucedió?
Ahora el experimento del siglo XX de hacer un nuevo hombre socialista
para una nueva sociedad del futuro es historia. Hay una nueva generación
de menos de 20 años en todo el mundo que no sabe nada de la realidad
del comunismo o de cómo puso en peligro a la libertad durante casi 75 años
desde la Revolución Bolchevique.
Esto es lo que hace el nuevo libro de Ricard Pipes, Comunismo: Una
historia, un libro tan útil y en tiempo. Reconocido como uno de los
principales expertos en la historia rusa y soviética, Pipes escribió
con gran prolijidad un repaso conciso pero profundo del movimiento
comunista mundial, con especial énfasis en la experiencia rusa.
En el primer capítulo resume la atracción que ha tenido para una
variedad de filósofos y pensadores religiosos, una sociedad sin clases
e igualitaria, desde los tiempos de la antigua Grecia. Pero la visión
de una sociedad organizada en línea socialista –con propiedad
gubernamental o comunitaria de los medios de producción y administración
central de la actividad económica- apareció recién a fines del siglo
XVIII y principios del XIX. Karl Marx simplemente tomó las ideas que
habían venido evolucionando durante varias décadas, especialmente en
Francia, y las transformó en su propia versión del "socialismo
científico" construido sobre la idea de leyes descubribles del
desarrollo histórico.
En Marx uno encuentra todos los ingredientes para el estado totalitario
–guerra de clases, proletariado dictatorial, esquemas de
adoctrinamiento para remodelar las mentes de los hombres a una nueva
realidad socialista, planificación central –pero fue en manos del
seguidor ruso de Marx, Vladimir Lenin, que estas ideas fueron refinadas
y formuladas de forma que terminaron creando el sistema real de control,
comando y terror. Pipes deja bien claro que sin importar cuan brutal,
cruel y terrorífica sería la vida en la Unión Soviética desde 1928
hasta 1953, durante la cual Joseph Stalin gobernó el país, estaba
meramente llevando a cabo el sistema establecido por Lenin. "Los
poderes despóticos que ejercitó Stalin, fueron establecidos por
Lenin," explica Pipes. "Fue Lenin quien introdujo el terror
masivo con toma de rehenes y campos de concentración, que veía a las
leyes y a las cortes como terror justificado y legítimo, que autorizó
los artículos 57 y 58 del Código Penal, cláusulas ómnibus que Stalin
utilizó para ejecutar y encarcelar a millones de ciudadanos inocentes.
Y fue Lenin quien hizo que el partido aprobara una resolución que hacía
ilegales a las ‘facciones’, que le permitieron a Stalin disponer de
quien no estuviera de acuerdo con él, acusándolo de
‘desviacionista’. Las dictaduras personales eran inherentes del
sistema que Lenin había creado... De ‘el partido siempre tiene la razón’
era fácil llegar a ‘el líder del partido siempre tiene la razón’".
Pipes detalla la colectivización forzada de la tierra a principios de
la década del 30 que causó la muerte a más de nueve millones de
campesinos, muchos de los cuales murieron en una ayuna creada para
resistirse a la pérdida de sus granjas privadas. También recuenta las
Grandes Purgas y los juicios armados de mediados y fines de 1930, y los
medios tortuosos y métodos utilizados para forzar confesiones en los
acusados. En tal reino del terror, el único recurso de la gente fue
muchas veces el humor negro. Cuando un nuevo prisionero llega a un campo
de trabajo de Siberia, dice un chiste, sus compañeros le preguntan cuán
larga es su condena. Cuando dice 25 años, se le pregunta qué hizo. El
responde que nada. "Eso es imposible", le dicen. "Por
nada le dan sólo diez años". Pero Pipes no resume su historia del
comunismo del siglo XX en la experiencia rusa. También discute la
respuesta en Occidente a la Revolución Bolchevique. Aquí, en mi opinión,
intenta ser muy poco controversial. Apenas si menciona el grado en el
cual los archivos soviéticos han confirmado el grado de éxito de los
espías infiltrados soviéticos, los informadores y viajantes en los
pasillos del poder político de Estados Unidos y Europa Occidental en la
década del 30, 40 y 50.
Explica que a pesar de la apariencia del éxito soviético en el tercer
mundo luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, este avance del
comunismo internacional sirvió para minar la ideología comunista.
Fuera de Europa oriental, los regímenes de revolucionarios marxistas
generalmente se mostraban ser tan nacionalistas como socialistas, sin
ningún deseo de ser meros títeres de Moscú, aún cuando aceptaban el
apoyo financiero y militar soviéticos. China bajo Mao Zedong fue el
ejemplo más extremo. Mao decidió que la China comunista sería el líder
de la revolución mundial y que estaría basado en un campesinado
revolucionario en lugar de un proletariado industrial como sostenían
Marx, Lenin y Stalin.
Pipes relata las experiencias comunistas de Cuba, Chile y Etiopía. Pero
dice que el experimento comunista en Camboya bajo Khmer Rouge,
1975-1978, fue "la personific ación más pura del comunismo: en lo
que se transforma cuando se lo lleva a su conclusión lógica".
Durante los 44 meses que estuvieron en el poder en Camboya, los Khmer
Rouge mataron al menos a un cuarto de la población, hombres, mujeres y
niños. Ciudades eran vaciadas completamente y cuatro millones de
personas fueron esclavizadas en la agricultura rural. Grupos y clases
enteras fueron seleccionadas para la exterminación, sin ningún intento
de "reeducación" ideológica.
En el capítulo final, Pipes responde una de las más importantes
preguntas: ¿fue el comunismo un buen fin para el cual se habían
elegido malos medios o el mismo fin del comunismo era un gran error?
Pipes explica que tanto el fin como los medios eran malos, y que el fin
llevaba a los medios aplicados en todos los países comunistas. La búsqueda
de una sociedad igualitaria y sin clases requiere de la utilización
permanente de la coerción para intentar lograrla, dado que los seres
humanos son inherentemente desiguales. Es más, una nueva sociedad de
privilegios necesariamente se desarrollaría, dado que tendría que
haber una nueva clase de planificadores y represores gubernamentales
para conseguir el ideal comunista..
El pequeño libro de Richard Pipes hace un gran trabajo al informar a la
nueva generación acerca del comunismo, la mayor tragedia política del
siglo XX.