Agosto de 2003 - Año No. 2 - Edición No. 6 |
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POLÍTICA
REFLEXIONES LIBERALES
Raúl Benítez Ortega
A
finales del pasado mes de abril el Partido Liberal llevó a cabo una
jornada de reflexión sobre el papel de los partidos políticos en el
nuevo orden mundial, que terminó convertida en una jornada para pensar
en el inmediato futuro del liberalismo y en sus perspectivas como
alternativa de poder y como garante de la democracia y la defensa de los
intereses de la nación. La principal preocupación giró en torno al
malogrado proceso de unión del liberalismo entre el oficialismo y el
uribismo. Fue una gran oportunidad para escuchar franca y abiertamente
la postura de la bancada uribista en el Congreso frente al tema de la
renovación, la modernización y la unidad del Partido.
Palabras
más, palabras menos, el sector urbista, que estuvo representado en ese
evento por los congresistas Héctor Helí Rojas, José Obdulio Gaviria y
Rafael Pardo, asegura que no hay razón ni garantías para unirse,
cuando el liberalismo oficialista ha sido vacilante sobre su posición
frente al gobierno y que esa indefinición de si se es oposición o si
se está con el gobierno no hace atractiva la participación de los
uribistas en el Congreso Nacional Liberal. Según lo expresaron, el
Congreso del Partido no es el punto de llegada para unificar a la
colectividad y tampoco es el punto de partida para ese propósito, por
cuanto ellos esperan un claro pronunciamiento del oficialismo en apoyo
al programa de gobierno del Presidente Uribe. Los uribistas afirman
estar convencidos de las bondades del programa de gobierno del primer
mandatario.
Por
su parte, los congresistas que aún permanecen con el oficialismo,
aunque muchos de ellos tentados a deslizarse por particulares
conveniencias, manifiestan en cambio, que esperan un guiño del
Presidente Uribe para que los liberales uribistas participen en el
Congreso Nacional del Partido el 30 y 31 de mayo.
Vistas
así las cosas, no hay posibilidad de alcanzar esa unión tan anhelada,
pese a la juiciosa tarea cumplida por la Dirección Nacional Liberal
designada por el doctor Horacio Serpa, de tender lazos con todos los
sectores del Partido. Las conversaciones adelantadas con el Presidente
de la República y con los Ex Presidentes liberales, han dejado hasta el
momento un sabor amargo entre las bases del partido que perciben, de
manera suspicaz, una grave incoherencia entre el pensamiento
liberal, el discurso partidista y la acción política de la dirigencia
del Partido.
Hechos
como el de la aceptación del doctor Serpa del cargo de Embajador ante
la OEA, luego de haber afirmado públicamente que no aceptaría cargos
en el actual gobierno, o como lo ocurrido con el Senador Luis Guillermo
Vélez, aguerrido defensor de la causa serpista en las pasadas
elecciones presidenciales que termina encabezando el lote de deslizados
hacia el uribismo y otros casos semejantes, dejan a la opinión pública
un tufillo de traición, pero, sobre todo, refuerza la idea de la falta
de carácter de aquellos dirigentes políticos que se mueven al vaivén
de las conveniencias y no por la fuerza de las convicciones.
El
propio senador José Obdulio Gaviria reconocía que cuando el sector
uribista se sentía casi convencido de participar en el Congreso Liberal
y volver al liberalismo oficialista se encontraba en el camino con
liberales oficialistas rumbo al uribismo. Héctor Helí Rojas y Rafael
Pardo coincidían en que el Partido Liberal debía definir si era o no
oposición y que el proceso de participación de todos los liberales era
carente de garantías, lo que hacía temer una encerrona.
Interesante
debate, pero carente de sentido. La unión del liberalismo no podrá ser
el resultado de la mecánica de los acuerdos políticos en la esfera de
la dirigencia del Partido Liberal. Eso es fácil. Basta con firmar un
documento pletórico de buenas intenciones y de palabras de reconciliación
entre las cabezas visibles de cada “grupismo” liberal para sellar un
acuerdo. Pero eso solo será una unión de élites pegada con saliva.
El
problema de la unión del Partido debe plantearse en términos de la
identidad de sus dirigentes con los principios que inspiran al
liberalismo colombiano y que su accionar público y privado responda a
las expectativas que el pueblo colombiano tiene de ellos. A su vez, como
lo afirmó el doctor Carlos Lemos en una entrevista de Enrique Posada
Cano para El Tiempo, “la unión de los partidos se hace desde la
base”. Cuando la dirigencia atienda las demandas de la sociedad
colombiana y entienda que los Partidos son patrimonio de la Nación y
que, por tanto, está obligada a defender los intereses de toda la
sociedad, podrá pensarse en la unidad del liberalismo.
A
los dirigentes políticos les ha faltado grandeza para declinar sus
mezquinas pretensiones y merecer la dignidad de servidores del pueblo
colombiano. Eso explica los deslizamientos de uno y otro lado, los
cambios de parecer y esa falta de carácter. A muchos de ellos, cuando
cambian sus posturas o asumen una tibia posición, los llaman
estadistas. Quizás en los últimos cien años el mundo solo ha tenido
dos estadistas: Wiston Churchil y Henry Kissinger. En Colombia, si
acaso, tenemos aprendices de Maquiavelo. Pero hombres que, sirviéndole
al país, trasciendan del escenario político parroquial para incidir en
el devenir histórico de la humanidad, están por verse.
Quienes se anticipan a
celebrar el descalabro del Congreso Nacional Liberal y se frotan las
manos con maliciosa sonrisa por un eventual derrumbe del liberalismo,
deben cuidarse de que las estructuras del Partido Conservador no le
caigan encima. Porque el Partido Liberal y el Conservador son las
“torres gemelas” de la democracia colombiana. Su caída puede arrastrar
las estructuras de los partidos circundantes, lanzando a la atmósfera
del nuevo orden internacional los fragmentos de nuestra patria. Y si
alguien se pregunta todavía, el poder para qué, tal vez deba dar muchas
explicaciones a quienes pretendan sustituir el sistema de partidos en
Colombia por un régimen de anarquía, desolación, violencia y poder
armado. Sería una larga, larga y horrible noche.
Bogotá,
Mayo 4 de 2003
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