Abril de 2005 - Año No. 3 - Edición No. 13 |
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OPINIÓN
Los jóvenes No duplicados * Artículo publicado en el periódico Magangué hoy y sus regiones en 2005-03-03.
Leyendo el artículo publicado por el Magangué Hoy (2005-02-03, Ed. 1658-12) titulado “Los hombres duplicados” de Carlos Cortes, ratifico la tesis que sostuve hace algunos meses en un editorial de la Revista Publiensayos (www.publiensayos.cjb.net, octubre de 2003, ed. No 7): la ausencia de liderazgo y la necesidad de una nueva clase dirigente, en donde los jóvenes jugamos un papel preponderante. Sin embargo estoy en la obligación de tratar de aclarar las razones por las cuales los jóvenes de mi generación (de 22 a 29 años) se mantienen casi en la clandestinidad de los medios de comunicación.
En efecto nuestro país no cuenta con un liderazgo juvenil en la política nacional ¿las causas? Indefectiblemente, la principal: el sistema. En nuestro país –desde hace muchos años- no se hace política con ideas, sino con violencia y dinero. Los que han emprendido proyectos que identifican a casi la totalidad de la población, los que empiezan a decir las cosas tal y como son, quienes han denunciado acabar –hasta los que no se han prestado a ese juego-con los políticos y grupos de interés rentistas de esta Nación, los han asesinado; además, la política en algunas regiones no se hace por la vía de la confrontación y el debate de ideas, sino por la de las armas. Esto, a la par de los cacicazgos empedrados en todos los departamentos y municipios no hacen mas que afianzar la desigualdad, así como también imposibilitar el acceso de nuevos personajes impregnados de un arsenal distinto: el del conocimiento y la verdadera política.
En realidad, es muy difícil entrar a la esfera política si no se es ahijado de un cacique, o familiar de un importante empresario de la región –los políticos magangueleños que vienen de abajo saben a lo que me refiero-, cuando lo ideal es que para desempeñarse en el campo político se tenga además de capacidad de liderazgo, en términos muy generales, por una parte, un conocimiento completo de los problemas que aquejan al ámbito espacial en el que se desenvuelve (sea barriada, municipio, departamento, región, o nación); y por otra, una formación profesional y sobretodo ética, cimentada en la esfera de lo público.
No obstante los obstáculos propios del sistema politiquero, clientelista y depredador que impera, existen jóvenes que están intentando revolucionar la forma de hacer política en Colombia. Personalmente conozco muchos de ellos que a nivel local están haciendo política sana en sus comunidades desde varias perspectivas. Unos desde organizaciones sin ánimo de lucro, nacionales e internacionales, con trabajo serio y profesional en sectores deprimidos e invasiones de desplazados en Barranquilla; otros desde el mismo Estado con programas dirigidos a los barrios marginales de Cartagena; algunos desde las juventudes liberales; y hasta en el seno de las elites bolivarenses, jóvenes que sin caer en la maquinaria se mantienen en el marco de la nueva política. El que escribe estas líneas promoviendo la expresión escrita como preludio de una nueva cultura política también es una muestra de ello.
En consecuencia, el hecho de que el paradigma que predomina haga el papel de los jóvenes “minúsculo”, no significa que no existamos; concebimos la política de una manera distinta: precisamente es esa la razón por la cual no somos tan famosos.
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