
Roberto Jesús Camargo Payares
Director Revista Publiensayos . Colombia. (22 años)
Aprovechando la invitación que me hizo
el profesor Wilson Roca Sarmiento al seminario “Partidos políticos y
democracia en el contexto latinoamericano”, organizado por la
Fundación Foro Costa Atlántica y la Universidad del Atlántico,
realizado a finales del mes de octubre de este año, me encontré con
el placer de escuchar brillantes exposiciones acerca de la crisis
política que existe, en general, en toda América Latina; no
obstante, quisiera destacar una muy especial –y sé que para el
lector también lo será- en la cual tuvo la oportunidad de participar
como conferencista el doctor Rodrigo Losada Lara, Ph.D en Ciencias
Políticas de Georgetown University (Washington), y profesor titular
de ciencias políticas y relaciones internacionales de la Pontificia
Universidad Javeriana, quien se refirió al tema: “Los partidos
políticos tradicionales en Colombia: pasado, presente y perspectivas
de futuro”.
Para analizar el tema de los partidos políticos en Colombia,
evidentemente se debe acudir a la definición de tal, adecuar la
comprensión teórica al contexto específico, y así, determinar si el
fenómeno existe en el ámbito espacial y político determinado; para
el efecto, el profesor Losada, apoyándose en la definición del
italiano Giovanni Sartori, llega a una conclusión, que aunque causó
escozor en el auditorio –e incluso en los panelistas-, revela la
situación real del entorno histórico colombiano con escasas (una o
dos) excepciones.
Para Sartori, partido político es toda organización política que se
presenta a elecciones con el objetivo de detentar el poder y colocar
a sus miembros en cargos públicos. Aunque aparenta ser una
definición simple, según Losada, esta le permite con mayor precisión
acercarse e incluir, en esencia, las características propias del
entorno nacional; en consecuencia, en Colombia a través de su
historia republicana, podríamos hablar de partidos políticos
indagando el nivel del cargo público de representación popular al
que acceden las organizaciones, es decir, a nivel nacional
tendríamos que acudir al Congreso de la República, como máximo
órgano de la representación popular, y encontramos, en la
actualidad, a mas de 180 partidos políticos; a nivel local o
territorial, por su parte, vemos la existencia en cada departamento
del fenómeno del cacicazgo político, lo que inexorablemente, bajo el
concepto escogido, cada cacique representaría un partido político;
sumado a los caciques “menores” de los municipios, estaríamos en
presencia de mas de mil partidos políticos en todo el país. En
definitiva un multipartidismo desaforado, que a pesar de que a
partir de la Constitución Política de 1991 se haya desatado, ha
persistido desde hace dos siglos, e incluso durante el Frente
Nacional, aunque en menores proporciones.
Por otra parte, criticó la tesis que defiende la existencia de
partidos disciplinados para que exista democracia robusta. Argumenta
que no existe evidencia empírica en el mundo que corrobore dicha
tesis. Estados Unidos, dice Losada, no tiene unos partidos
disciplinados y sin embargo, la democracia es robusta y funciona con
eficiencia.
Finalmente, manifestó que el ejercicio de la política siempre
consiste en la defensa de intereses particulares que se contraponen
a otros de igual categoría. Así, la defensa de los derechos y
oportunidades de las mujeres combaten los privilegios que tiene los
hombres; los que en nombre de la igualdad propugnan los derechos de
los indígenas, lo hacen contra las oportunidades que tienen los
no-indígenas. En consecuencia, nadie defiende el bien común, porque
precisamente “el bien común no existe”.
En ese sentido, estas ideas son de un alto contenido académico que
enriquecen la discusión de la verdadera esencia de la política; y
sobretodo, indiscutiblemente poseen una perspectiva pragmática de la
realidad, que se adecua al ámbito político colombiano. Así las
cosas, los políticos profesionales defienden intereses particulares
bajo el sofisma de propugnar por el bien común. Claro está, muchas
veces esos intereses son los suyos propios, y otras, los de un
respectivo grupo de presión, detrás de un incentivo.
En definitiva, controversiales o no son de gran aplicación práctica.
Sin embargo, tratando de interpretar el sentir del profesor Losada
–bajo mi propio paradigma-, entendería la política real como el
mecanismo a través del cual se busca la cohesión o convivencia de
intereses particulares en conflicto. Por tanto, no existiría el bien
común como objeto, sino como un estadio en el cual la política logra
su cometido.