Diciembre de 2003 - Año No. 2 - Edición No. 8

LA FORMACIÓN DE PERIODISTAS DESDE LA COMUNICACIÓN INTERCULTURAL
Por: Estrella Israel Garzón-UCH-CEU Valencia (España)

 

 

La creciente hibridación social unida al desarrollo tecnológico condicionan la introducción de nuevas variables en la formación universitaria de periodistas. A partir de la combinación de un  modelo democrático participativo con otro de responsabilidad social es posible y necesario incorporar elementos socioculturales que mejoren la posibilidades de interacción en una sociedad global.

 

En esta ponencia se propone como marco de referencia la comunicación intercultural para abordar el tratamiento informativo de la diferencia. En esta transición necesitamos conocer y detectar distorsiones-o ruidos- interculturales y, al mismo tiempo, establecer redes u observatorios de medios ya que no se trata de un fenómeno localizado geográficamente, sino que se puede estudiar tanto en temas locales (inmigración) como de ámbito internacional (conflictos).

 

La democracia es sinónimo de pluralismo, tanto en la representatividad política como en los movimientos sociales. La diversidad social ha de tener un correlato no discriminatorio en los medios de comunicación, aquí entra de lleno la responsabilidad social para no hacer de los medios de comunicación elementos amplificadores de las diferencias e incluso de las desigualdades.

 

En el análisis distinguiremos dos perspectivas, una más estructural (macro) y otra relacionada con las rutinas productivas y los valores noticia (micro). Precisamente en este último apartado abordaremos ejemplos y casos que se encuentran diariamente en los medios de comunicación provocados por condicionantes lingüísticos, por la selección temática o por los valores que en un momento dado priman en la cultura profesional.

 

Al mismo tiempo emergen  códigos deontológicos, guías de buenas prácticas, libros de estilo y otras iniciativas que pretenden elevar la conciencia democrática a través del conocimiento de la interculturalidad.


Los comunicadores sociales del siglo XXI, inmersos en una sociedad global, requieren básicamente dos competencias, una de carácter técnico-profesional, el dominio multimedia, para la elaboración de contenidos y su transmisión con los recursos digitales y otra, de tipo sociocultural, en la que la variable intercultural alcanza su máximo protagonismo.

 

Globalización e hibridación: el nuevo marco social

 

Cuando Clancini[1] define la globalización, como la convergencia de procesos económicos, financieros, comunicativos, y migratorios que acentúan la interdependencia  entre casi todas las sociedades y produce nuevas estructuras de interconexión supranacionales, nos invita a analizar un nuevo marco social en el que se registran auténticas transformaciones en tres direcciones básicas: la primera, en torno al debate tecnológico; la segunda, el crecimiento de una nueva cultura popular internacional y, la tercera, la interdependencia recíproca  entre los procesos económicos y los culturales.

Sin embargo, este avance no está exento de paradojas como el aumento del desequilibrio entre  productores y consumidores; el imperio del marketing, de manera que tanto la comunicación pública como cualquier organización no gubernamental tiene que utilizar los mismos mecanismos de persuasión comercial para alcanzar a sus potenciales receptores. Simultáneamente entra en  crisis el concepto de comunicación pública, ya que el mensaje que se quiere situar en la órbita comunicativa tiene que seguir los mismos criterios de comercialización.

Vivimos en un mundo interconectado, en el que culturas singulares reclaman sus derechos a través del concepto de glocal, apócope de global y local. En otros ámbitos se apuesta por la hibridación cultural como la combinación de productos culturales globales con manifestaciones culturales locales, derivada de los cambios migratorios y de la convivencia de la sociedad acogida con las manifestaciones culturales de los inmigrantes, con esta hibridación se plantea incluso un nuevo concepto de cultura popular  hasta alcanzar el mestizaje.

El marco político y las  teorías normativas

Siguiendo a Denis McQuail[2]1 se han reconocido una serie de teorías normativas para explicar las grandes líneas de relación entre los gobernantes, los ciudadanos y los medios de comunicación, como diría Dominique Wolton, los tres discursos que conviven en la comunicación política: el discurso de los políticos, el de los periodistas y el de la opinión pública.

            Entre esos planteamientos normativos, a lo largo de los tiempos e incluso en la actualidad encontramos manifestaciones aplicables a la teoría autoritaria, propia de sistemas dictatoriales, represivos,  en los que se permite la censura, y se persiguen las opiniones que discrepan con la autoridad

La teoría denominada soviética sería la característica de los países que se denominaron comunistas, y en su génesis está la obra de Lenin ¿Qué hacer? donde se dan las pautas para la puesta en marcha del diario del partido, que representaba a los trabajadores y legitimaba la dictadura del proletariado.

Basada en el liberalismo económico, nos encontramos con la teoría de la libertad de prensa, para la que no debe existir ningún tipo de limitación en la expresión de los medios. Frente a ella se configura la denominada teoría de la responsabilidad social para la que los medios de comunicación no pueden transmitir determinados temas que afectan a la sociedad en su conjunto o bien a colectivos sociales desfavorecidos; responsabilidad social ante el terrorismo, los grupos minoritarios, los menores, la violencia, etc.

También cobra sentido hablar una teoría desarrollista, especialmente a partir de la década de los 70, que busca el desarrollo comunicativo propio en aquellas sociedades con pasado colonial. En el informe dirigido por Sean Mc Bride, Un solo mundo, voces múltiples[3] de la UNESCO se denuncian los desequilibrios estructurales en materia de comunicación y se promueven otras políticas vinculadas a la alfabetización, el desarrollo de  la lengua y culturas nacionales o la creación de redes nacionales de comunicación que transformen las imágenes procesadas por las grandes agencias internacionales.

            Finalmente se articula una teoría democrático participativa que relaciona el sistema político con la ciudadanía, de un modo horizontal, entre iguales, frente al clásico modelo vertical que implica la superioridad de los emisores frente a los receptores. La información necesita a la democracia para ser libre. Del mismo modo que un sistema democrático para ser real necesita que haya libertad de información.

La información es fruto de la sociedad en la que vivimos, y establece cotidianamente una relación entre los públicos, los propietarios y los profesionales de los mass media. Esta relación se ha definido como dialéctica, ya que las organizaciones de comunicación recogen los hechos que las organizaciones consideran importante difundir, y se gestan en la propia sociedad. Exige como trasfondo la democracia de la información, conquista de la sociedad materializada a través de los medios.

La información, a partir de su utilización democrática, constituye un modelo social en el que sea posible la coexistencia de las libertades de las minorías con los grandes centros de poder. Por ello ya no basta el ambiente social, sino que es necesario recuperar el concepto de “voces de la sociedad”, para profundizar en la diversidad cultural y evitar la exclusión.

Pulitzer escribía sobre la profunda relación entre la democracia y el periodismo. somos democracia y sólo existe un medio para ponerla en pie en cuanto a su conducta individual, social, colectiva, estatal, nacional, local,… es mantener al público informado de lo que sucede. No hay delito, no hay negocio, no hay engaño,  no hay corrupción que perdure en secreto...

Esta amplia introducción era necesaria ya que la formación de periodistas desde la comunicación intercultural pivota principalmente sobre dos de las teorías normativas enunciadas: un modelo social democrático y participativo con cierta carga de responsabilidad social.

Cabe la pregunta ¿en qué modelo nos encontramos? Lorenzo Gomis [4] coincidiendo con la etapa de transición política en España  se planteaba una serie de interrogantes que le permiten caracterizar finalmente cuatro sistemas políticos: el totalitarismo, la  autocracia, la  democracia clásica y la democracia de consenso.

Las principales preguntas que se puede plantear a un sistema político son: ¿cómo se eligen y se cambian los dirigentes?, ¿Quién define las alternativas políticas y los problemas?, ¿Quién participa en la adopción de la política pública? y ¿cómo obtienen los ciudadanos la información?

La democracia de consenso tiene como característica principal el hecho que los gobernantes son elegidos en procesos electorales libres, abiertos y periódicos. Además se producen numerosos flujos comunicativos: el más importante para la consolidación del sistema es el que se establece entre los gobiernos, los ciudadanos y los medios de comunicación. Precisamente cómo se articule la posición-relación  de los medios y sus profesionales condiciona la construcción del modelo democrático participativo.

 

Valores democráticos y modelos profesionales del periodista

                En el Latinobarómetro 2002[5] se pregunta sobre las características más importantes de la democracia. Las respuestas indican que 4 de las  8 categorías que se presentan como alternativas son elegidas por el siguiente orden: 1)elecciones regulares limpias y transparentes (27%); 2) una economía que asegura un ingreso digno(16%); 3) un sistema judicial que trate a todos por igual (15%) y 4) la libertad de expresión (15%). La parte baja de la tabla la ocupan el respeto a las minorías y el gobierno de la mayoría (5%) y la cierran con un 4%, el hecho de que los miembros del Parlamento representen a sus electores.

            Otro dato relevante es que un 52% de los latinoamericanos considera que el desarrollo económico es más importante que la democracia, un 24 % considera ésta es más importante y un 17% le otorga la misma jerarquía.

El periodista en democracia asume un papel de mediador entre el sistema político y el ambiente social, no cumple su papel cuando se limita a transmitir las decisiones políticas. En ese caso funciona como correa de transmisión del poder (periodismo de declaraciones). Tampoco es buen mediador si sólo se hace eco de los aspectos o demandas del ambiente social.

Maria José Canel[6] reúne los modelos profesionales que definen las relaciones entre políticos y periodistas: el modelo adversarial  que corresponde a la idea de la prensa como cuarto poder. Existe un permanente conflicto entre políticos y periodistas. El periodista en este caso debe defender a la audiencia de los abusos del poder, mantiene una actitud vigilante, y se cuestiona sistemáticamente las versiones oficiales. Este modelo puede oscilar del contrapoder el antipoder. En el modelo de intercambio, la idea básica es que políticos y periodistas se necesitan mutuamente, son interdependientes. El político necesita al medio para proyectar su gestión y su imagen y el periodista necesita las fuentes gubernamentales para adelantar las decisiones políticas. En este caso la derivación es el amiguismo o el juego de lealtades. Incluso se han sistematizado los siguientes tipos: periodista adversario, periodista difusor de información, periodista intérprete y analista y  periodista abogado.

Estos modelos se completan con otros más centrados en la producción periodística como son el gatekeeper: selector de información; el advocate el informador adapta la selección y tratamiento de la información a la defensa de ciertas creencias o ideas propias y, finalmente, el modelo más actual denominado newsmaking, condicionado por las rutinas productivas y los valores noticia[7].

Códigos deontológicos y manuales de estilo

 

            Una de las múltiples acciones para profundizar en la democratización de la comunicación social es el respeto al otro, al diferente, a la minoría. Por ello incorporamos a la formación de periodistas el componente intercultural, por dos razones básicas, la primera es la síntesis de valores democráticos con la cultura profesional y la segunda, no menos importante, la necesidad de hacer un periodismo de calidad y socialmente responsable.

La variable intercultural requiere dos puntos de partida: un talante pluralista intrínseco en las realidades múltiples que cubre el informador y el análisis del discurso periodístico cuando son objeto de información, ya sean las mujeres o las minorías étnicas, sexuales, culturales así como las personas con enfermedad o discapacidad

            Además frente a las clásicas tipologías que abarcan la comunicación intrapersonal, interpersonal, organizacional, de medio y de masas, hoy es un auténtico reto incorporar la comunicación intercultural. Esta modalidad está presente en la política, los negocios, la diplomacia y, también puede estarlo en los medios de comunicación.

            Existe una amplia tradición teórica en esta materia que históricamente ha sido vinculada al ámbito interpersonal, del diálogo o la educación intercultural .

En este sentido Sitaram y Codgell[8] dan algunas pautas éticas para aproximar posiciones, por ejemplo el comunicador intercultural no debe juzgar los valores, creencias y costumbres de otras culturas, de acuerdo con sus propios valores.

También es necesaria la apertura para comprender las bases culturales de otros pueblos y no crear atmósferas que contribuyan al refuerzo o transmisión de estereotipos. Especialmente, los medios de comunicación deben evitar la elaboración de imágenes falsas, inapropiadas o insultantes de otros pueblos para conseguir intereses o necesidades propias.

La mayoría de los códigos deontológicos profesionales, establecen que ninguna persona ha de ser discriminada por razón de pertenencia a una etnia, condición social, sexo, origen o procedencia o por su tendencia sexual,..

            Los libros de estilo de los principales medios realizan recomendaciones en esta dirección “En toda información se extremará el respeto a los derechos de los más débiles y discriminados y se mantendrá una especial atención en los casos de informaciones u opiniones de contenido eventualmente discriminatorio o susceptible de incitar a la violencia o a prácticas inhumanas o degradantes. Para ello, el redactor deberá abstenerse de aludir- salvo que resulte imprescindible para la comprensión de la información y nunca con prejuicios o connotaciones despectivas- a la raza, color, religión origen social o sexo de una persona o a cualquier enfermedad o minusvalía física o mental que padezca. También evitará expresiones o testimonios vejatorios o lesivos para la condición personal de los individuos o su integridad física y moral.”[9]

También en el diario EL PAIS, en el apartado de expresiones malsonantes  se dice que “las informaciones sobre cualquier acontecimiento que provoque repulsa social habrán de mantener un lenguaje correcto para con los protagonistas del suceso, por muy execrable que pueda parecer su conducta. 1.51 Nunca deben utilizarse palabras o frases que resulten ofensivas para una comunidad. Por ejemplo, “le hizo una judiada”, le engañó como a un chino, “eso es una gitanería”[10]

En la misma línea, El Mundo señala que las expresiones despectivas sobre etnias, religiones o grupos determinados están prohibidas, y deben vigilarse de cerca aquellos casos en los que aparentemente una mención no es racista, pero en el contexto resulta serlo: por ejemplo, la mención de detenidos “gitanos” o “marroquíes” en sucesos en los que el origen de los implicados es tan irrelevante como si fuesen aragoneses, rubios o adventistas. Naturalmente deben evitarse absolutamente las expresiones despectivas como “le engañaron como a un chino”, “una merienda de negros” o “fue una judiada”[11]

También TeleMadrid apunta que “en la sociedad se dan a veces situaciones de tensión y de conflictos nacidos bajo la presión de factores como el terrorismo, la discriminación de las minorías, la xenofobia o la guerra. En estas circunstancias, los medios de comunicación tienen la obligación moral de defender los valores de la democracia, el respeto a la dignidad humana, la solución de los problemas a través de métodos pacíficos y de tolerancia y, en consecuencia, oponerse a la violencia y al lenguaje del odio y del enfrentamiento, rechazando toda discriminación por razón de cultura, sexo y religión[12]”.

Aunque no todos los autores abordan el tema del mismo modo y así Randall señala que “para el periodista universal la cuestión se resuelve aplicando tres grandes principios generales: No referirse a la raza, el sexo o la minusvalía de alguien a menos que sean significativos para la información. Al escribir sobre un grupo social, no aplicar distintos criterios de los que se emplearían al referirse a otro cualquiera. No describamos por ejemplo el vestido o el peinado de una mujer que desempeñe un cargo público a no ser que sean relevantes para la información o posean valor informativo en sí mismos. La pregunta clave es: describiríamos la apariencia de un hombre público en la misma situación? . Además hay que  ser preciso y no usar eufemismos. [13]

            Por su carácter pionero y específico, el manual de estilo sobre minorías étnicas del Colegio de Periodistas de Cataluña es el más adaptado a los objetivos de la interculturalidad. Posteriormente se ha llevado al terreno audiovisual en las recomendaciones del Consell de l´Audiovisual de Catalunya, dirigidas a las autoridades, a las empresas audiovisuales y a los profesionales de la información audiovisual se realizan las siguientes  recomendaciones a los profesionales: es necesario contar con las personas inmigradas como fuentes informativas, garantizar a los inmigrantes el derecho a la libertad de expresión y no es aceptable la atribución de carácter exótico o ajeno a las personas o hechos. Igualmente, se considera necesario evitar el uso de un lenguaje discriminador o que incorpore prejuicios genéricos así como la adopción automática de atribuciones tópicas que comporten valoraciones discriminadoras, especialmente en los titulares. Huir de la espectacularización, las generalizaciones, saber contextualizar los acontecimientos y evitar la repetición de imágenes de archivo así como la utilización de materiales de carácter racista o discriminador.[14]

 

Detección de ruidos interculturales en la producción periodística

La comunicación intercultural tiene una orientación eminentemente práctica. Además del conocimiento de los códigos deontológicos y libros de estilo proponemos la detección de ruidos interculturales. Los ruidos son perturbaciones en el proceso de  selección, codificación, transmisión y recepción de la información periodística. Estos ruidos, están producidos por un conjunto de prejuicios o estereotipos asociados al ser diferente. También se pueden manifestar por desconocimiento, o incluso por espejismo, es decir, por opiniones generalizadas

Además de los libros de texto y la conversación, las informaciones periodísticas son otro soporte en el que se puede encontrar un discurso discriminatorio. Así lo demuestra Teun Van Dijk[15] cuando establece una serie de indicadores entre los que se encuentran , el acceso ya que se comprueba que los grupos minoritarios tienen menor presencia en los medios por falta de capacidad institucional o por el filtro de marginación que realiza la propia prensa; la contratación, para determinar dentro de las plantillas el número de personas contratadas pertenecientes a  grupos minoritarios.

Los ruidos interculturales en la nominación-conceptualización se producen cuando, de acuerdo con la teoría del etiquetaje se nombra a una persona mencionando su pertenencia étnica, su país de origen, el color de su piel, su cultura y ello no es necesario. Puede resultar espectacular pero no es informativo. En ocasiones para evitar los ruidos cabe plantearse la siguiente disyuntiva: el perjuicio que causa a la noticia no dar esos datos  por un lado, y  por otro el “problema” que puede producir al interesado y a su grupo si se menciona.     

            Los titulares suelen ser generalmente los espacios más frecuentes para esta distorsión que incluso aumenta con calificativos que no definen el acontecimiento sino que lo evalúan.

Un ejemplo es el elocuente titular “El lobby judío marca la pauta” y se agrava en el texto “Los americanos de origen árabe les duplican en número pero los 3,5 millones de estadounidenses con sangre semita forman uno de los grupos de presión más persuasivos y compactos”[16].        

Respecto a los ruidos en la selección temática se ha de indagar en el marco en el que sitúa la información relativa a grupos minoritarios o a inmigrantes. El interés creciente por la noticia dramatizada determina que prevalezca en el ámbito del conflicto, con componentes de violencia, crimen, drogas, robo, prostitución, discriminación, diferencias culturales, desviación. No es difícil encontrar en la prensa conservadora expresiones como “Los extranjeros asolan Valencia con una nueva oleada de delincuencia” o “Un polaco mata de 4 cuchilladas a un narco sudafricano”

En el análisis del contenido informativo de las televisiones autonómicas españolas y públicas europeas[17], un 24% de las noticias se refiere al proceso de regularización, las agresiones suponen otro 24% e idéntico porcentaje se atribuye a detenciones y muertes, de manera que un 72% de las noticias define la situación de la inmigración como problemática..

Las distorsiones aparecen también en la argumentación y, de un modo particularmente eficaz en la distinción nosotros/ellos. En conflictos bélicos internacionales, la polarización es evidente y la toma de posición de los medios de comunicación también  Pero en las informaciones sobre minorías se traza una barrera en la que a un lado se sitúan los ciudadanos, la policía, el orden y la seguridad y en la otra los diferentes relacionados con problemas, desorden, violencia. La divisoria del color aparece en la posible elección ante estos dos titulares, ambos publicados: “La fiscal reclama la expulsión de una prostituta por agredir a otra” o “La fiscal pide la expulsión de una inmigrante por desfigurar a otra”.

Igualmente es significativo determinar si estos grupos minoritarios tienen voz propia o por el contrario no. Esta segunda circunstancia se produce en la mayoría de los acontecimientos que protagonizan en primera o segunda persona, se cubren por fuentes institucionales y es muy difícil encontrar un discurso directo. El predominio de la fuente institucional y la invisibilidad de las minoritaria es un hecho[18], en la medida que un 60% de las informaciones proceden del Gobierno, la Policía o los Tribunales; el 40% restante se distribuye entre agentes sociales, partidos políticos, organizaciones no gubernamentales y asociaciones de inmigrantes, estas últimas suponen un 4%.

A través de su compromiso democrático, los periodistas pueden evitar que este discurso discriminatorio tenga efectos en las cogniciones sociales, es decir que la tipificación, desviación y negatividad sobre los grupos minoritarios provoquen  a medio y largo plazo efectos en el conocimiento público de los mismos.    

Por ello, y a modo de conclusión, apuntamos los avances que desde el ámbito profesional-comunicativo se están produciendo en la actualidad. En primer lugar encontramos los libros de estilo de los propios medios para evitar la institucionalización de la atribución negativa, especialmente los ruidos en la nominación. Incluso se reclama un lenguaje solidario en los medios de comunicación[19] y para ello  recomiendan que sólo se mencione la pertenencia étnica, el país de origen, el color de la piel, la religión o la cultura si ese dato es pertinente o estrictamente necesario para la comprensión de la noticia. Del mismo modo es necesario cuidar la denominación de los individuos y grupos minoritarios, así como la adjetivación.

Proliferan códigos de buenas prácticas y recomendaciones en el sentido de no  potenciar las informaciones negativas, ni sensacionalistas así como evitar crear inútilmente conflictos y dramatizarlos. Se ha de potenciar la búsqueda de noticias positivas y el equilibrio de las fuentes a través del contraste de las institucionales y la visibilidad de las minoritarias, en definitiva, no caer en generalizaciones y simplificaciones.

También es una realidad creciente  la incorporación en el ámbito universitario de los estudios de Comunicación  de la variable intercultural. Como muestra citaremos los programas interuniversitarios sobre comunicación sin estereotipos, como es el caso de “Journalism without stereotypes", en el que participan universidades europeas y norteamericanas que intercambian experiencias pedagógicas.

            Es significativa la proliferación de observatorios de ruidos interculturales en  la red, una referencia reciente se encuentra en el EUMC que ha publicado “Racism and Cultural Diversity in the mass media” www.eumc.eu.int, editado por Jessica ter Val que analiza en el periodo 1995-2000 un conjunto de ejemplos y buenas prácticas en los estados miembros de la Unión Europea.[20]

Una serie de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que trabajan en este campo en todo el mundo figuran en  www.multicultural.net/media como The Eram Programme, Ercomer, Different Voices, Roma Rights, RACE in Digital Space, Fair, Portrayal of Diversity o Stoa, entre otras.

 Las Facultades de Comunicación y Periodismo son el escenario idóneo para incorporar la transversalidad intercultural en la docencia. Desde esta perspectiva no es suficiente adiestrar a los futuros profesionales en la cobertura informativa o en las técnicas periodísticas, también es urgente llenar de contenido el quehacer, en sociedades plurales y democráticas, en las que conviven personas que no comparten el modelo sociocultural mayoritario. Martindale[21] insiste en este aspecto ya que toda la comunidad universitaria funciona como caja de resonancia de la diversidad e incluso llega a afirmar que uno de los valores periodísticos estriba en la sensibilidad hacia los temas que afectan a los grupos minoritarios.



[1] GARCIA CLANCINI, Nestor, La globalización ¿productora de culturas híbridas?, www.hist.puc.cl/historia/laspmia.hmtl Actas del III Congreso Latinoamericano  de la Asociación Internacional para el estudio de la música popular, México-Argentina. p.2.

[2] MCQUAIL,D. (1991) Introducción a la teoría de la comunicación de masas, Paidos Comunicación, Barcelona,  2º ed. Capítulo 5 dedicado a las teorías normativas de la estructura y la práctica de los medios de comunicación, pp.147 y ss

 

 

[3] McBride, S. (1980)Un solo mundo, voces múltiples, Fondo de Cultura Económica, México,

[4] GOMIS, L(1987). El medio media. La función política de la prensa, Mitre, Barcelona. Del mismo autor (1991) Teoría del periodismo: cómo se forma el presente, Barcelona, Paidós

 

[5] Latinobarómetro 2002 en www.latinobarometro.org

 

 

 

 

[6] CANEL, Maria José, (1999)  Comunicación política. Tecnicas y estrategias para la sociedad de la información, Tecnos, Madrid . Capítulo dedicado a las actitudes profesionales de los periodistas y el control de la noticia política  pp. 146-154

[7] ISRAEL GARZÓN, E., 1991 El periodista y el relato: de la selección a la construcción de la realidad, La información como relato, Universidad de Navarra, Pamplona, , pp. 357-366.

(1995) Comunicació intercultural i construcció periodistica de la diferència, en Anàlisi, Universitat Autónoma de Barcelona, 18, pp 59-85.

(2001) Comunicación y Periodismo en una sociedad global. Comunicar la diferencia, México, Trillas.

[8] SITARAM K.S., CODGELL R., (1990), en : JOHANNESEN R., Ethics in Human Communication, Illinois, Waveland.

 

[9] VIGARA, Ana María-Consejo de Redacción de ABC (2001) Libro de Estilo de ABC, Ariel Barcelona, p. 177

[10] EL PAIS, Libro de estilo (2002), Santillana, Madrid, l6ª edición,  p. 25

[11] EL MUNDO, (1996),  Libro de estilo, ApartadoVIII Expresiones racistas o de supremacía étnica, social o religiosa,  Ediciones Temas de Hoy .Coordinado por Victor de la Serna, Madrid, p.111

[12] TELEMADRID, (1993), Libro de estilo, Vol.1, Ediciones Telemadrid, Col. Ciudad de la Imagen, Madrid, p. 454-455

[13]RANDALL, David El periodista universal, Siglo Veintiuno de España Editores, Madrid, 1999, p.204

 

[14] Recomendaciones del CAC sobre el tratamiento informativo de la inmigración (2002), Quaderns n 12 pp. 69-70

[15] VAN DIJK, Teun A., 1997, Racismo y análisis crítico de los medios, Barcelona, Paidós.

[16]Todas las referencias periodísticas corresponden a textos publicados por diarios españoles a lo largo del curso 2002-2003 y que se utilizaron como materiales de trabajo en el curso de Doctorado “Periodismo y Comunicación Intercultural”

 

[17]VELÁZQUEZ, T., 2002, La presencia de la inmigración como exclusión social en los programas informativos de las televisiones públicas europeas, en Quaderns del Consell de l´Audiovisual de Catalunya, nº. 12, Barcelona, CAC p.51

[18] BENEYTO, P.J, GUILLEN, P. (2003) El impacto mediático de la inmigración en la Comunidad Valenciana. Análisis de prensa(4º trimestre 2002), Valencia, CeiM-Generalitat Valenciana. . Estudio realizado a partir de 587 informaciones recogidas en el periodo de octubre, noviembre y diciembre de 2002, p.62

 

[19] En esta línea han trabajado como hemos visto el Consell de l´Audiovisual de Catalunya y la Comissió de Periodisme Solidari del Col.legi de Periodistes de Catalunya

[20] TER WAL J., 2002, Racism and Cultural Diversity in the mass media, European Center of Migration and Ethnic Relations, Vienne, Observatoire Européen des Phénomènes Racistes et Xénophobes, EUMC.

[21] MARTINDALE,C.(1993)  Pluralizing Journalism Education. A multicultural Handbook, Greenwood Press, Wesport

 

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