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Agosto de 2003 - Año No. 2 - Edición No. 6 |
ECONOMÍA, POLÍTICA Y COMUNICACIÓN |
Por:
Anuar Saad Saad y Jaime de la Hoz
*Medios
de comunicación y desarrollo regional
La
comunicación, como política que contribuye al desarrollo de las
regiones, países y pueblos latinoamericanos, hay que analizarla en el
contexto de la economía y la política que rigen las estructuras de cada
Estado. La actual crisis del capitalismo mundial ha provocado el
replanteamiento de esquemas de desarrollo que, en el caso de América
Latina, y particularmente de Colombia, asumió la forma de un modelo específico
que ha dado en llamarse neoliberalismo. La
puesta en escena del modelo neoliberal colombiano constituye una
prolongación de procesos anteriores, entre los que se destaca la concepción
del desarrollo económico planteado por la Comisión Económica para América
Latina. No obstante, las consideraciones de orden social consignadas en la
propuesta de la CEPAL, el fracaso frente a los objetivos de reducción de
pobreza y desarrollo sostenido, obligó a la elaboración e impulso de
nuevas estrategias que hoy intentan abrirse paso en medio de unas
condiciones críticas que han facilitado el estallido de conflictos
sociales, violencia generalizada, represión estatal y desintegración de
sectores de clases cada vez más azotadas por la crisis. En
el fondo, el propósito del modelo mencionado apunta fundamentalmente
hacia el logro de un mayor bienestar social. En ese sentido, el aumento de
la productividad -instancia obligada para la consecución de dicho
bienestar- está ligado estrechamente al concepto de crecimiento económico,
en contraste con el de desarrollo "puro" que, desde el punto de
vista de la modernidad, incorpora innumerables variables entre las que
sobresale el aspecto cultural. Este
último elemento ha facilitado la profundización en el análisis de
nuestra realidad latinoamericana por parte de reconocidos intelectuales y
trabajadores de la cultura, tal el caso de Mario Vargas Llosa. El escritor
peruano -autor de un prólogo aleccionador del libro de Hernando de Soto,
"El Otro Sendero"- ha venido pregonando la necesidad de
solidificar o rescatar nuestra identidad cultural, como condición sine
qua non para el desarrollo. Su programa de gobierno, en la época de
candidato presidencial, y a diferencia del plan de gobierno de su rival en
ese entonces, Alberto Fujimori, enfatizaba la necesidad de un desarrollo
económico del Perú, partiendo de la satisfacción y desarrollo de las
necesidades culturales. Sin
embargo, el modelo económico planteado por Vargas Llosa -según sus críticos-
contradecía sus propósitos, en tanto que correspondía al esquema
neoliberal que, a nuestro juicio, constituye uno de los obstáculos más
evidentes para un sólido crecimiento económico. Al fin y al cabo, el
modelo neoliberal genera altos costos sociales y requiere de un
autoritarismo extremo que se traduce en mayor concentración del poder del
Estado. En ese sentido es claro que, pese a las reformas impulsadas en las
últimas décadas, aún hoy es imposible hablar de descentralización política
o administrativa, pues la fuerza de decisión del Ejecutivo determina el
funcionamiento político y administrativo de la sociedad. En
nuestro país, los índices son alarmantes: altos niveles de pobreza,
concentración creciente del ingreso, monopolización de las
comunicaciones, deficiencias en materia de salud, ausencia de una política
educativa que genere estímulos para el futuro de mediano y largo plazo, y
de contera, un Estado resquebrajado por la corrupción, el clientelismo y
la parálisis institucional. Globalización
y región El
proceso de globalización, con sus correspondientes componentes, -entre
ellos la apertura económica- tiene incidencia directa en fórmulas
implementadas en el terreno político y en asuntos relacionados con políticas
de regionalización o fortalecimiento de regiones, al igual que con los
mecanismos propios de la descentralización. En ese sentido, afirma Jorge
Enrique Almario García (1) que "la descentralización de los años
90 es una de las dos caras de la moneda que representa la modernización
del Estado de finales del siglo XX. En la otra cara de esa moneda está la
globalización de la economía, proceso que tiende cada vez más a horadar
las fronteras y las estructuras rígidas del Estado-Nación". La
descentralización, de acuerdo con el espíritu de la ley que la define
internacionalmente, implica la redistribución de los recursos públicos
y, en el plano estrictamente político, la democratización de la vida
social, es decir, una irrevocable participación ciudadana acompañada de
una verdadera autonomía de las regiones que se refleje en autogestión y
autosatisfacción plena para el desarrollo. Nuestra
región -Costa Caribe colombiana- no escapa a los fenómenos expuestos
anteriormente. Pese a la lucha por la autonomía y descentralización, nos
hemos mantenido en un atraso que se corresponde con los altos niveles de
pobreza que azotan al país. Pese
a los intentos de reforma agraria que en la región -década del setenta-
tuvieron rasgos de lucha revolucionaria contra la propiedad latifundista,
hoy esa realidad no es más que una elevada monopolización que tiene su
mayor expresión en los desplazamientos constantes de campesinos hacia las
zonas marginales de las ciudades costeñas. Por
otro lado, es necesario registrar el distanciamiento de los dirigentes políticos
frente a los distintos sectores populares que ven erosionada su
participación en medio de la crisis. Es
un panorama sombrío, inquietante y agravado por una violencia que no sólo
involucra a las fuerzas guerrilleras, los paramilitares y las fuerzas
gubernamentales, sino a los mismos ciudadanos que ven recortadas sus
posibilidades de progreso y protagonismo en la sociedad. En
materia de analfabetismo, por ejemplo, es alarmante el índice del 48% que
registran las estadísticas en relación con los siete departamentos que
integran la Costa Atlántica. Analizando el sector vital de la educación,
se puede observar los escasos logros alcanzados en términos de cobertura. Pese
a los cantos de sirena, podemos observar si comparamos el indicador de
tasa bruta de escolaridad lograda en el período 77-85 (esquema
eminentemente centralista), con las del período 85-95, se evidencian los
escasos resultados obtenidos por la región en este sector en el último
período. En
el período 1977-1985, la región redujo las tasas brutas de escolaridad
en primaria sólo en 7.2% y en secundaria en 8.3%. Entre 1.985 y 1.995, la
Costa Caribe logró ampliar su cobertura en primaria en apenas un 61% y en
secundaria -datos para alentar el optimismo- se alcanzó un incremento de
más del 115%. Es esta última información estadística la que avala un
tanto la necesidad de impulsar la descentralización y políticas autonómicas
regionales o locales que contribuyan al crecimiento económico de la región.
Sin embargo, pese a que, para efectos del análisis no se debe tener en
cuenta el personal matriculado en centros educativos sino el potencial en
edad escolar, -y ello sí permitiría una ampliación en la cobertura del
servicio de manera efectiva y real-, las mencionadas políticas regionales
nos remiten a un componente importante del desarrollo: la comunicación. Comunicación
y desarrollo regional No
obstante la inexistencia de una política de comunicación, éste
componente ha venido cobrando importancia, en tanto que constituye un
factor determinante para el desarrollo de las regiones. Según Rosa María
Alfaro Moreno, (2) "la comunicación, al suponer diálogo y
participación, coloca su aporte en el corazón mismo de la construcción
de la democracia. Asimismo, las acciones de desarrollo se sustentan en el
compromiso y gestión de los sujetos en ellas mismas, exigen comunicación". De
acuerdo con lo anterior, la comunicación requiere de un impulso y una
consideración especiales. Sobre todo, a partir del creciente proceso de
globalización en el que la comunicación ha pasado a jugar un papel de
reconocida relevancia y un componente de indudable dinamismo en países
con mayores niveles de desarrollo. Pero,
siguiendo con Alfaro (3) "cuando hablamos de comunicación, no nos
referimos únicamente a los medios, aunque reconocemos que éstos son
aparatos culturales y no sólo tecnológicos, muy importantes y que se
articulan a la conformación e intercambios de culturas, a la organización
económico social y a la construcción de consensos y disensos políticos
en una sociedad. También rescatamos para la comunicación aquellas prácticas
sociales de acción e interrelación de los sujetos, especialmente
referidos a los movimientos sociales". Desde
el punto de vista de la región Caribe, la comunicación se ve interferida
como herramienta para el desarrollo. Tanto más, cuanto que nuestro
crecimiento -teniendo en cuenta el ingrediente de la comunicación-
requiere de unas condiciones adecuadas desde el ámbito de la
democratización. Es decir, la existencia de unas clases sociales sin las
distancias abismales con que en la actualidad se muestran . De allí la
escasa participación ciudadana, las dificultades de supervivencia de
medios de comunicación estrechamente ligados con el pueblo y la ausencia
de una política referida a la materia que hemos venido tratando en esta
aproximación. La
experiencia más aleccionadora en cuestiones de comunicación local o
regional lo constituye el experimento chileno y es, tal vez, uno de los
referentes más ejemplares. En ese sentido, y de acuerdo con Leandro Sepúlveda,
citado por Fernando Ossandón (4) el desarrollo local sería "algo así
como el conjunto de estrategias desarrolladas por los diversos actores de
un territorio que dan cuenta de los conflictos concretos existentes en él
y en el marco de un determinado campo político-económico". Pero,
¿podría hablarse de una verdadera comunicación para el desarrollo en el
caso de la región de la Costa Caribe colombiana, aún con las condiciones
existentes, sobre todo en lo referente a los medios de comunicación? La
respuesta a este interrogante podría partir de la afirmación que hace
Alfaro Moreno (5) en el sentido de que "bajo diversas denominaciones,
en Latinoamérica y otros continentes se han venido realizando proyectos
diversos de comunicación, cuyo signo fundamental ha sido el ser
diferentes y opuestos al medio comercial. Lamentablemente, casi siempre se
partió de una comprensión fatalista y a la vez positivista de los
medios, donde primó 'ser alternativos' como factor cuestionante de carácter
más ideológico que de desarrollo, sin una materialidad concreta que le dé
sentido y una estrategia comunicativa que desarrolle determinado tipo de
relaciones educativas". ¿Cuál
es nuestra realidad? A pesar de los esfuerzos realizados por el Gobierno
Nacional después de la Constituyente del 91 -durante el mandato del
Presidente César Gaviria- en la que se cristalizó la descentralización
administrativa, por lo menos en el papel, las regiones se verían
fortalecidas política, económica y socialmente. Esto traería como
consecuencia directa el desarrollo de la comunicación regional que
siempre ha estado en Colombia manejada por los monopolios económicos. Es
que el manejo de la comunicación otorga al individuo un poder sin límites
y éste, en nuestros países subdesarrollados, se hace cada vez más
apetecido. Sólo así podríamos explicar como en Colombia muchos
presidentes de la República han sido dueños de medios o, por lo menos,
han ejercido el periodismo. Es el caso de Rafael Núñez, Eduardo Santos,
Carlos Lleras Restrepo, Alberto Lleras Camargo, Alfonso López Michelsen,
Misael Pastrana Borrero, Belisario Betancur Cuartas y el mandatario
actual, Andrés Pastrana Arango. Lo
proyectado después de la reforma del 91 se quedó en buenas intenciones.
Como consecuencia del modelo neoliberal, la concentración del poder económico
y político en nuestro país y en muchos otros de Latinoamérica, se
centra en un puñado de familias que gracias al monopolio de la riqueza se
apoderó de facto de los medios de comunicación. Sólo basta hacer un
repaso de los medios regionales y nacionales: la casa Editorial El Tiempo
es controlada por la familia Santos; El Espectador fue adquirido
recientemente por el Grupo Santodomingo, dueño también del canal privado
Caracol y de la cadena radial del mismo nombre; la Organización Ardila
Lulle posee el control del canal privado de televisión RCN y de la cadena
radial; en la región se destaca la familia Galvis, dueña de
"Vanguardia Liberal" de Bucaramanga, "La Tarde" de
Pereira y "El Universal" de Cartagena, entre otros. Con
la puesta en marcha, en 1986, del Canal Regional Telecaribe -pionero de
este modelo de comunicación en Colombia- se llegó a pensar que sería un
mecanismo adecuado para incrementar la participación ciudadana en los
medios de comunicación y por ende, convertirlos en el transmisor propicio
para presentar más clara y directamente la problemática social de
nuestros pueblos y reflejar a través de él sus falencias, necesidades,
costumbres, inquietudes y logros. Casi
quince años después quedó demostrado que los monopolios informativos se
fueron fortaleciendo y que nuestros canales regionales -como en el caso de
Telecaribe- fueron debilitándose, hasta tal punto, que casi el treinta
por ciento de su programación quedó vacante: los contratistas se
cansaron de perder dinero al no poder competir ni en tecnología, ni en
pauta publicitaria y comercialización, con los gigantes pulpos que siguen
dominando los medios masivos. Si
analizamos detenidamente la consecuencia de la concentración de poder en
los medios masivos de comunicación nos daremos cuenta que las
consecuencias van más allá del paradigma del monopolio: el problema
real, grave y tangible, es que los medios no muestran las verdaderas
necesidades y sentir de un pueblo asfixiado y agobiado por la miseria, el
analfabetismo, la violencia en todos sus frentes y la carencia de empleo.
Tampoco asumen el rol de ser transmisores de educación y propagadores de
la cultura. Sólo emiten aquella información que, sin lugar a dudas,
tenga mucho interés noticioso (asesinatos, tomas guerrilleras,
secuestros, corrupción, narcotráfico, etc.) y que sirven para disparar
su rating o venta de ejemplares y no vaya en detrimento de sus propios
intereses. Comuincación
alternativa ¿Qué
hacer frente a esta cruda realidad? ¿Cómo sembrar la semilla de una
verdadera comunicación en el ámbito regional que sea capaz de educar,
servir de puente entre la comunidad y sus dirigentes y mostrar la
verdadera problemática social en que vivimos?. La
experiencia de los años 70 ha sido base para una reconsideración del
llamado modelo de comunicación alternativa. Ese antecedente nos permite
retomar el diseño y realizar algunas propuestas partiendo de las
condiciones propias de nuestra región de la Costa Caribe colombiana. Esta
comunicación, sin dejar de llamarla "comunicación alternativa"
y que se difunde a través de periódicos, revistas o folletos
sectorizados -de barrios, zonas rurales o escuelas, en el caso de prensa
escrita-, videos y documentales, en televisión, y propagación de la
llamada "radio popular", ya han echado raíces en nuestro medio
y sólo requiere consolidarse. Dentro
de ese modelo alternativo, la comunicación debe ser hoy más que un
proceso meramente productivo que persiga sólo un beneficio económico.
Para que esta cumpla una labor comunitaria, social y educativa, debe
existir una relación con los receptores que permita una interacción con
la realidad socio-cultural y política imperante. Ya
en la región Caribe se ha puesto en marcha, las llamadas emisoras
comunitarias que hasta el momento han arrojado moderados resultados. Lo
interesante es que ciudadanos de distintas clases sociales, edades y políticas
se unan en pos de una causa común: la necesidad de comunicar y ser
escuchados. No por una masa abstracta, sino por un público más cercano,
más sensible y fácil de llegar. Pequeñas comunidades -muy específicas-
tienen sus radios comunitarias o radio popular. Es el caso, en el Atlántico,
de la Policía Nacional, el Ejército, grupos religiosos, a través de la
emisora Radio Minuto, y algunos ciudadanos del común, que poseen en
cabeceras municipales esta modalidad de comunicación comprometiéndose
mucho más con los sectores populares para su cambio educativo y social. En
cuanto a la televisión, el problema es un tanto más complejo debido a
los costos de los equipos necesarios para desarrollarla. Sin embargo, la
difusión de videos, documentales, crónicas rurales, reportajes urbanos,
exaltación de los valores a través de espacios especiales difundidos a
través de un Canal Regional -léase Telecaribe- puede ser una primera
piedra para la solución de este problema en este medio específico de
comunicación. Rosa
María Alfaro Moreno (6), explica sobre este mismo tema, que "La
televisión es aún un campo inexplorado, a pesar de su importancia
creciente en la formación de la opinión pública y de las culturas
cotidianas de todos nosotros. Porque no hay modelos claros nuevos, por lo
alto de los costos y por la falta de una preparación adecuada. Lo
alternativo ha alcanzado sólo al video, con teleaudiencias cerradas, que
siguen la idea del foro, intentando crear un camino educativo de la imagen
y del contacto con las mayorías populares." Las
Organizaciones No Gubernamentales, ONG, han puesto en marcha -unas con más
éxitos que otras- el desarrollo de la comunicación alternativa, centrándose,
fundamentalmente, en sectores populares donde es palpable la pobreza,
analfabetismo y mínimas condiciones de vida. Cartillas, folletos
preventivos, cursos de alfabetización, conciencia ciudadana, incluso,
inducción para micro-empresarios, se imparten por las distintas formas de
comunicación, aunque a veces muy "artesanalmente", por la falta
de recursos. Solamente
en Barranquilla, principal ciudad de la Costa Caribe colombiana, por poner
un ejemplo, hay sectores marginados como los barrios El Bosque, 7 de
Abril, Las Américas, El Ferry, Las Flores, Me Quejo, a los que se puede
llegar, utilizando la comunicación alternativa, previa evaluación de sus
necesidades o requerimientos. Sólo entonces los medios estarían
prestando -por fin- el verdadero servicio social y educativo que ha
quedado relegado por el simple entretenimiento, la información y la
publicidad. Este
sistema de comunicación es más que una transmisión de información: es
un proyecto de vida; un modelo que permite mejorar las condiciones
sociales, de educación y seguridad de los ciudadanos menos favorecidos. Para
garantizar el progreso y afianzamiento de esta comunicación más
personal, humanizada y lejana de los monopolios reinantes, se necesita del
empeño de toda la sociedad y, obviamente, del interés del Estado y de la
clase dirigente a través de auxilios económicos para las Fundaciones y
Organizaciones que tienen como objetivo transmitir modernidad, educación,
desarrollo y perspectiva de mejores condiciones económicas, a través de
los medios masivos de comunicación. _____________ *
Crhis Van der Borgh. Revista ECA. Estudio Centroamericano. Vol.575. 1996.
Pág 776. U. Centroamericana, El Salvador. (1)
Jorge Enrique Almario García. Estado Regional. Ediciones Unilibre,
seccional Cali. Pág. 17. (2)
Rosa María Alfaro Moreno. Una comunicación para otro desarrollo.
Editorial Calandria. Lima 1993. Pág. 14 (3)
Rosa María Alfaro Moreno. Ibid. Pág 6 (4)
Fernando Ossandón. Revista Personas y Sociedad. Vol.81. Pág 84, Santiago
de Chile, 1997. (5)
Rosa María Alfaro. Ibid. Pág 17 (6)
Rosa María Alfaro. Ibid, Pág 18. *Jaime de la Hoz Simanca es Economista, periodista y escritor. Catedrático de la Universidad Autónoma del Caribe y de la Universidad del Norte. Este trabajo conjunto es su primera colaboración para Sala de Prensa.
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