Marzo de 2003 - Año No. 1 - Edición No. 3

Política

EL REGENERADOR URIBE (I)

 

Por: Raúl Benítez O.

Prensa Dirección Nacional Liberal

¡No te lo puedo creer! Es la expresión habitual que las comadres usan cuando de revelar sus intimidades se trata. Pero la misma viene como anillo al dedo cuando se descubre en muy importantes columnas de opinión las más recientes recomendaciones que connotados uribistas le hacen a la nueva Dirección Liberal. Recomendaciones que en tono imperativo piden a las directivas de la colectividad, “sin agüeros, sin aguas tibias, decretar su apoyo al presidente liberal Álvaro Uribe”.

Luego de señalar que la composición de la nueva Dirección Liberal no es el espacio para buscar la unidad con los disidentes, como lo afirma Rafael Pardo (Revista Cambio, 25/11/02) y que el papel principal de aquella “es desgastarse de aquí a mayo, mientras el presidente Uribe supuestamente pierde poder”, como lo afirma Rudolf Hommes (El Tiempo, 29/11/02); el primero recomienda al Partido “apostatar del sectarismo de Serpa respecto de la socialdemocracia” y el segundo advierte que “si la unión del Partido Liberal tiene lugar es porque la promueve el Presidente para que apoye su programa”.  

 

 ¡Un momento! ¡Frene la bestia porque se desboca!, para decirlo en el argot del buen arriero. Esto es querer poner al Partido Liberal de rodillas ante su excelsa majestad presidencial. Rafael Pardo advierte que “los partidos tienen que ser claros, no hay partido en el mundo que se mueva en la indefinición de si es gobierno o no lo es”. Por su parte Hommes dice que los liberales oficialistas “son la facción derrotada de un partido que optó por elegir un disidente y que aferrada a unos estatutos se está organizando para desconocer esta decisión popular y exigirle al ganador que entierre sus propias banderas, adopte el programa y la manera de hacer política de los vencidos, y los invite a entrar al gobierno, con plena participación, como diría Vargas Lleras”.

 

 Como en los comienzos de la Regeneración en que los liberales independientes y los conservadores del llamado “partido nacional”, con el apoyo oficial, imponen al liberal Rafael Núñez como presidente, así ha llegado Álvaro Uribe al poder, con la bandera de la “regeneración administrativa fundamental o catástrofe” que es lo que se impone con el tema del referendo.

 

  De manera que según Pardo, el Partido Liberal deberá, entonces, apostatar, negar su condición de socialdemócrata porque “los partidos socialdemócratas de verdad son los que tienen en sus bases, en sus directivas y en sus plataformas, representantes y postulados obreros. Y el Partido Liberal no convoca un solo sindicato, no tiene representación obrera en sus directivas, ni tiene tampoco una política obrera de verdad”. Eso es ignorar que el actual presidente de la CUT, Carlos Rodríguez, está a la cabeza de esa organización obrera en nombre del Partido Liberal y desconocer la Plataforma Política aprobada por la Convención Liberal de 2001 y refrendada en la Consulta Liberal del pasado 10 de marzo.

 

Entonces seamos claros. Hommes dice que esa “facción” liberal está organizada para desconocer la decisión popular que le dio la Presidencia a Uribe, pero desconoce la decisión popular que aprobó los nuevos Estatutos, el Código disciplinario y la Plataforma Política. Agrega que en ese “libreto de ciencia ficción” en que los liberales, con Samper o Serpa a la cabeza, buscarían la unión con Uribe ofreciéndole un acuerdo de gobernabilidad, se revivirá la corrupción y la politiquería para que el oficialismo se fortalezca electoralmente”.

 

 Pero es a Germán Vargas Lleras y a Carlos Holguín Sardi a quienes señala de estar “descontentos y ejerciendo presión aparentemente para que Uribe les dé una tajada de la burocracia”. Así habla Hommes de aquel que no está en el oficialismo liberal y de este último que está a la cabeza del Partido Conservador.

 

Pardo le pide a la nueva directiva liberal rectificar su postura de cooperación constructiva con independencia crítica pero hace un llamado al uribismo liberal “sobre la necesidad de establecer una organización política de verdad, de carácter nacional, que vaya más allá de una bancada parlamentaria, y que proyecte hacia el futuro un programa político, que es el que hoy estamos apoyando” y agrega que “la reforma política y el referendo que estamos impulsando, que estimula la agrupación política, nos muestra la dirección en la que tendremos que trabajar”. Hommes afirma que “lo que suceda va a ser en función de la efectividad de las alianzas políticas para cumplir su plan de gobierno -el de Uribe- y de la sucesión presidencial que se vislumbre. Uribe no va a dejar eso al azar, y sin dar la pelea no le va a entregar la Presidencia a alguien que va a desbaratar su obra o no contribuyó con ella”, y concluye diciendo que “Uribe puede ser el último de los mohicanos si no tiene éxito, pero va a hacer todo lo posible para ser el primero de otra tribu”.

 

¿Qué son éstas, si no instrucciones a la bancada uribista compuesta de liberales y conservadores -y uno que otro independiente-, para formar un nuevo partido o para acabar a como dé lugar al Partido Liberal o para buscar el poder a perpetuidad para el Presidente Uribe? Porque tratándose de la defensa de la plataforma política socialdemócrata y de los principios que inspiran al Partido Liberal, toda su acción es tildada de politiquería y las críticas que el Partido hace a la gestión del gobierno las llaman fantasías de los viudos del poder.

 

Ya que dentro de las “ficciones” del doctor Hommes figura la designación de Juan Manuel Santos como director único del Partido en el Congreso Liberal de mayo, traigo a cuento las palabras del ilustre ex ministro de Hacienda cuando, siendo columnista del familiar diario El Tiempo, decía: “Es bueno cambiar de Partido por cuestión de principios pero resulta repugnante cambiar de principios por cuestión de Partido”.

 

Los principios del liberalismo están plasmados en los Estatutos y en la Plataforma Política. De manera que no hay razón para quitar la flor de la causa obrera y popular, la esencia misma del Partido Liberal Colombiano. Por aquí comienza la unión. Porque si “el esfuerzo de la nueva dirección en el plano político, sería crear las condiciones que provoquen la unidad sobre la base del reconocimiento de las realidades políticas de las fuerzas que no están en el serpismo, llámense uribistas, gaviristas, independientes, etc”, esto no sería otra cosa que burdo clientelismo y vulgar politiquería. Que Uribe diga si quiere ser liberal, pero si quiere dar la pelea para acabar con el sistema democrático, el Partido Liberal, en oposición, debe levantar su bandera libertaria, ¡para defender la democracia, maestro!

 

 

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