Marzo de 2003 - Año No. 1 - Edición No. 3

Editorial

TELEVISIÓN PUBLICA TELEVISIÓN COMUNITARIA UTOPÍA DE UNA COLOMBIA QUE PRETENDE LIBERTAD

 

Casi un siglo después de la aparición de  la televisión aun no logramos cumplir a cabalidad sus objetivos. Hemos puesto esperanzas de lograr ir mas allá, en la idea una televisión especializada que sea capaz de atender las necesidades de cada pueblo. Hoy en Colombia, esto no es mas que la utopía de un país que lo que en verdad grita es por su libertad, grito que aun la televisión no logra entender.

Somos hijos ignorantes de la televisión. Hijos porque no podemos negar que hoy en día ella nos cría, ignorantes porque debemos reconocer que muy poco, casi nada, sabemos de ella. Sabemos dar “Turn On”  a la maquina pero no sabemos encender su real espíritu. Somos hijos creadores de algo que ocasionalmente podría ser nuestra destrucción y quizás es el sensato conocimiento de esto lo que nos ha puesto a pensar en utilizar correctamente una arma tan poderosa como para conquistar el mundo entero. Entonces nos inventamos la Ley Espejo, la de pensar que la televisión debe ser el reflejo de lo que somos, para así preservar nuestros valores y fortalecer los ya perdidos. Hay que reconocer que la idea no es mala, pero, ¿seremos capaces de ser padres de lo que hoy somos hijos?.

 

La pretensión del autor con esta editorial, no es entrar a divagar en el espíritu de esa idea hermosa de convertir la televisión en un reflejo claro de nuestra identidad, si no entrar a dudar y esclarecer los medios y posibilidades de llevar a concreto una idea así. Pido entonces lectores ayuda en la pretensión de lograr de esto su realidad. No es una editorial completa si no es apoyada en su propio criterio.

 

Empecemos por lo básico,  ¿qué es televisión publica y que es televisión comunitaria?; televisión publica es aquella televisión que se realiza a partir de fondos del estado y que debe ser manejada con total autonomía y objetividad, mientras que, televisión comunitaria es aquella televisión que pueden realizar los particulares pero con el único objetivo de servir a una localidad determinada, esto encierra atención a sus problemas y necesidades, y promoción de sus valores. La primera cuenta con un alto presupuesto mientras que la segunda es realizada con presupuestos muy bajos,

ambas reguladas por un ente autónomo del estado que vela porque se cumplan con los tres objetivos de la televisión : educar, informar y recrear.

 

Pero hablemos de la realidad; nuestra televisión publica es un canal de ventas y nuestra televisión comunitaria esta plagada de una serie de presentadores carentes de cultura y  limitados a mostrar aspectos superficiales de una ciudad que tiene necesidades reales. Pero esto no solo es así en Barranquilla, ocurre igual en cada ciudad del país, y lo peor es que se sale de nuestro contexto para convertirse en un flagelo latinoamericano. Las cosas no acaban ahí, porque esto crea una cultura de antivalores que son mostrados como positivos a un pueblo ignorante y prosélito a la  televisión, ciegos seguidores de sus palabras.

 

Todo es culpa de nuestro absurdo proceder. La televisión privada se ha convertido en la dueña absoluta de las ondas televisivas y esta (a pesar de en teoría ser controlada), suele no ser objetiva sino mas atenida  a intereses particulares y empresariales, que tienden a transformar o mutilar la verdad dependiendo de su propia conveniencia;  enmarcado esto en una mala calidad visual pero sobre todo del mal manejo que de ella se ha hecho. ¿Somos acaso esclavos de lo que creamos?.

 

Se necesito mucho mas que un punto aparte para pensar en ello, quizás porque aun a estas alturas de la editorial desconocemos que somos incapaces de controlar nuestro propio Leviatán. Pero lo cierto es que aun no podemos lograr que nuestra televisión cambie las calles de niños con hambre por las de  niños con educación; aun no hemos logrado que los grupos al margen de la ley dejen de existir o que por lo menos nos aparten del conflicto. Aun no logramos que la Televisión no haga sentir realmente orgullosos de ser Colombianos, o que por lo menos nos haga sentir como seres humanos responsables de cada cosa que sucede. Aun no se logra que ese grito de libertad que añora una Colombia desesperada prospere, a ver si de una vez por todas ese espejo que debe ser la televisión muestre nuestro verdadero deseo, la libertad.

 

 

 

Fernando Olivo Maradei

Jefe area de Filosofia

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