Diciembre de 2003 - Año No. 2 - Edición No. 8 |
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EDITORIAL
EL AVIÓN DE PAPEL
Fernando Olivo Maradei Los últimos acontecimientos nacionales han estado determinados por la búsqueda de caminos que permitan un acuerdo humanitario en el conflicto social y armado que vive Colombia y cuyas consecuencias son especialmente dramáticas en lo que se refiere a violación de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario, actos que se expresan en miles de asesinatos, corrupción, pobreza, desempleo e impunidad, que han lanzado a cientos de colombianas y colombianos al exilio, degradando aún más las frágiles condiciones de unidad que requiere la familia colombiana.
Desde
la Universidad Pedagógica Nacional, y en especial desde nuestro
Programa de Paz hemos venido, en forma sistemática y cotidiana,
haciendo un llamado a las fuerzas vivas de la sociedad colombiana para
procurarnos entre todos una
salida política dialogada a los graves desajustes sociales y económicos
que nos afligen.
La
necesidad de buscar una desconcentración en la posesión de la tierra
es urgente, para hacer realidad lo que el estudioso de la problemática
agraria Dr. Darío Fajardo, ha dicho con su creativo planteamiento:
“Aflojemos
la tierra para que crezca la semilla de la paz”.
Por
otro lado, debemos encontrar un compromiso entre todos los colombianos
para que los aberrantes índices de pobreza que están ubicados
en el 67%, sean descendidos a la mayor celeridad, permitiendo una
sociedad más incluyente, democrática y participativa.
Que el desempleo, esa asfixiante situación social que cubre de angustia y de hambre a amplios sectores sociales, sea por fin doblegada y superada, elevando las tasas de empleo a cifras que nos hagan ver como una sociedad humana y solidaria.
Y
por último, que el doloroso proceso de las familias desplazadas de
tantos colombianos y colombianas que ya supera la cifra de dos millones
y medio, puedan regresar a sus parcelas y reconstruir sus vidas desde lo
psicológico, lo social, lo pedagógico y lo económico.
Para
lograr una nueva situación que nos permita asumir nuestros conflictos
con la razón y con la inteligencia, requerimos que los estamentos que
constituyen la estructura fundamental de la sociedad, convoquen y llamen
a todos los sectores vitales, para encontrar caminos que nos lleven a
parar esta guerra irregular. Definir y firmar, los actores armados, un
armisticio que suspenda de
una vez por todas las hostilidades y se comience entre todos a superar
las causas raizales que han generado la violencia.
La
Iglesia Católica con la autoridad y el reconocimiento que le profesa
toda la población colombiana, junto a los sectores empresariales, a la
universidad colombiana y a los representantes de la cultura, y de los
partidos políticos deben expresarse ya y sin demora, por una salida política
racional y comprometida con los más altos destinos de la Patria.
Desde la Universidad Pedagógica Nacional ratificamos el inclaudicable compromiso de continuar trabajando por la solución pacífica de los conflictos y por la reconciliación de los colombianos.
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